La semana empezó con una angustia callada por expectativas truncadas. No me gusta ser una persona insistente, fastidiosa ni que genere incomodidad. Aunque, paradójicamente, me guste preguntar para calmar mi overthinking.
Siempre quiero estar segura de que si algo está mal, no sea por mi culpa. Qué manía la de siempre sobre pensar escenarios donde las cosas son más complicadas. Qué ganas de creer siempre que algo nos hará pedazos.
Últimamente, lo he estado haciendo distinto. Estoy dejando que las suposiciones sean sólo eso, hasta que llegue el momento de -sin presión- saber qué pasa en realidad. Estoy optando por el silencio que abra espacio para el diálogo cuando sea necesario. Por honrar los tiempos ajenos y no abalanzarme. Al menos eso es lo que quiero creer.
|luego volveremos a este párrafo al que se le ven algunas costuras|👆
Pero esta no era una de esas situaciones donde quedarse con lo que se asume bastaría para seguir con tu vida. Necesitaba, por razones laboralmente estratégicas, salir de ciertas dudas. Y quién mejor para impulsarme que el único pragmático real que existe en mi vida: el señor esposo.
Un corto correo bastó para apagar la angustia. Sencillo, sin mucha explicación. Sólo dejando claras mis interrogantes para poder agotar todo lo que sí estaba en mi control. Una sugerencia del señor esposo bastante directa y sencilla. ‘‘No pierdes nada’’, me dijo.
Y recibí respuesta.
Lo demás quedará en el curso natural de las cosas.
¿Cómo es que lo que vemos tan claro en escenarios que no son nuestros, parecen una madeja enredada cuando nos pasa a nosotros? ¿De dónde viene esa pérdida de facultades? Podría ponerme a lanzar ideas, pero me gustaría que seas tú quien trate de responderlas y me cuentes.
Esto es sólo una situación pequeña que me muestra lo que dejo de hacer cuando la comunicación se torna ambigua. [O lo que dejo de recibir, en este caso].
Entonces, vuelvo a lo que había dicho unos párrafos atrás acerca de dar espacio para permitir el diálogo… ¿Qué pasa cuando tienes muchas dudas y, por no incomodar, esperas? ¿Qué pasa con tu propia necesidad de ser escuchada/o? ¿Qué pasa con todo lo que quieres decir fuera de toda suposición?
Supongo que te hallas frente a un chat sin notificación de lectura haciéndote un montón de preguntas.
Supongo que finges demencia y actúas como si nada estuviera pasando.
Supongo que te paseas por todos los escenarios posibles.
Supongo que te sientas a escribir y encuentras ciertas respuestas.
Si no perdiste nada, ¿qué ganaste?
Inspiración en colectivo ☁️
Gabi es de las personas más interesantes que sigo en Instagram y por acá en Substack. Su máxima ‘‘lo que sea que inspire’’ se convirtió en todo lo que puedes leer en su newsletter cada semana, aunque realmente es su lema de vida para todo: para sus diseños, su cocina, sus fotos… absolutamente todo lo que logra crear.
Hace como un mes abrió la puerta a su mundo para que la gente dejara recomendaciones que pudieran estar en su newsletter. Y eso es precisamente lo que te traigo: muchas galletitas para compartir de todos los sabores.
Si algo de lo que ves allí te entusiasma, hazle saber a Gabi que te gusta y que, de paso, la cadena de inspiración pasó por aquí.🔗
Gracias por leer, quedarte, y ayudarme -sin saberlo- con mi overthinking empedernido.
Nos vemos el lunes 💛