¿Qué quieres probarte a ti mismo cuando le insistes a otros?
Lo escribí y vi rostros. Reconocí momentos. Insistencias para quedarte en un lugar, de ir a un sitio, de hacer cosas. Vi el no en los ojos y el sí en la boca para no dañar. Para no escuchar el corazón romperse. Ceder.
¿Qué pasa si el otro no está listo, no quiere o simplemente no le interesa?
Lo escribí e imaginé la respuesta de otros, porque la mía -creo- está clara: no pasa mucho. Cada quien con sus tiempos, espacios y vida.
Pensé en los que no pueden con los NO. En las heridas que deben estar arrastrando y en lo que generan en aquellos que van diciendo sí para evitar romperlos. La dinámica complicada de un people pleaser y el que tiene abandonment issues. Se trancó el juego.
¿Por qué la acción del otro tiene que condicionarte tanto?
He visto conceptos de compromiso muy raros. La idea injusta de que si no se hace lo deseado, te están dando la espalda. ¿Dónde queda la flexibilidad y lo espontáneo? ¿El middle ground? ¿Anulamos las cosas que sí fueron dadas, sólo por un no? ¿Qué idea de mucho y de poco te está jodiendo el juicio?
Son preguntas que me hago luego de observar y callar. Tiendo a hacer mucho eso. Pasan cosas, los otros dicen, reaccionan y yo callo. Hago silencio porque la mayoría de las veces siento que nunca es mi lugar decir algo, que otros pueden expresar sus opiniones mejor o que lo que diré no será relevante. Muchas inseguridades propias aquí, claramente.
Pero hoy quise traértelas porque las estoy viendo repetirse en personajes distintos. Contextos diferentes, historias opuestas pero el mismo proceder.
He observado la reacción de otros, su incomodidad, el no saber cómo zafarse sin dañar ni ser juzgado. Lo he observado como quien mira algo conocido. Claro, yo también me he encontrado en ese lugar.
Y cuando me ocurre, lo primero que hago es pensar en mi casa. En los que son hogar. En los míos. En los que saben que si digo un no, no viene desde el rechazo. En los que fluyen si el plan se cae. En los que entendieron el concepto hippie de la celebración de mi matrimonio y no esperaron la invitación impresa, sino una virtual. En los que si escribo de repente y sin introducción, se alegran y saben que no necesitamos la formalidad. En los que si voy, está perfecto, y si no, no hay drama. En los que saben que mis intereses son varios y que puedo fluir un día con una cosa, y otro día con otra. En los que saben jugar al ping-pong.
Y cuando pienso en ellos, que se cuentan con una sola mano, respiro.
Agradezco tenerlos. Agradezco saber que si me encuentro envuelta en una nube rara de complacencia hacia otros, ellos me resetearán sin siquiera saberlo. Sólo con estar.
Estoy consciente de ese privilegio.
y de ellos hablaremos en alguna otra misiva. 💛
Luego de las preguntas intensas (sorry, not sorry), llegó el momento de la galletita para compartir:
Un lugar soleado para una gente sombría (libro)
Recibí este libro de Mariana Enriquez en mi cumpleaños y me lo devoré. Es un libro de cuentos que no son de terror, pero dan miedo. El miedo que te produce el saber que algo oscuro es posible.
Mariana es argentina y obvio que me iba a gustar su narrativa y su humor negro. Estaré pendiente de comprar otro de sus libros. (Y lanzo esto como petición a Santa en este momento). Si lo lees, me encantaría saber cuál fue tu cuento favorito y conversar un ratito. 👇
Gracias por haber llegado hasta acá.
Por pasearte por las preguntas conmigo.
Si quieres seguir la conversación, deja un mensajito.
Gracias por leer y quedarte
Nos vemos el lunes. 💛