Mi voz, mis gestos, el reírme cuando no encuentro respuesta, y todo lo que aún no he descubierto, vienen de ella.
Cuando era niña pensaba que mi mamá prefería más a mi hermana que a mí. Que al no comprender mis arranques, la distancia entre nosotras se hacia mayor. Pero fue justamente el separarnos lo que nos unió. Salir de casa y no tenerla al despertar. No escucharla sugerir lo que era mejor para mi cuarto, la limpieza en general, o la ayuda en el hogar.
Casarme y verme en otra dinámica. Armar la mía propia con otra persona que también estaba aprendiendo.
La empecé a extrañar viviendo en la misma ciudad.
Empezamos a hablar distinto. Era más una conversación que un regaño. Comprendí los esfuerzos, las rabias que callaba, los sueños que quiso y no dijo. Mientras yo vivía un inicio que probablemente le hacía retroceder en su propio tiempo.
Y luego cambié de escenario.
Ya no estaba a una hora del mar.
Ya no la iría a visitar los fines de semana.
Las conversaciones se congelarían por una mala conexión a internet, o porque la electricidad fallaba.
Y así ha sido desde hace 11 años. La construcción de una relación a distancia, que pide más tiempo y abrazos. Las pequeñas confesiones que no sabe cómo articular. El descubrir que nos habían gustado siempre las mismas cosas. Las utópicas ideas de reencuentro en una ciudad fría en mayo. El querer huir y quedarse, al mismo tiempo.
Irse implica perder el amor que se puede tocar.
Pero también implica el nacimiento de un hogar por dentro, donde todo lo dicho, lo deseado y lo que quizás jamás podrá ser, te mantiene a salvo.
Irse implica no estar en los cumpleaños, ni en los momentos duros.
Pero también te abre la imaginación a lo posible. A los umbrales que cruzamos al dormir, donde te transportas al abrazo y al perfume.
Hoy, como casi siempre, soñaré despierta. Te pensaré acá, yendo conmigo a un museo. Cocinándote para que veas que mucho de lo que hacías, lo aprendí. Que hay otras que llegaron solas y te las puedo mostrar. Y que cada vez que me río, nos parecemos más.
Feliz -casi- cumpleaños, mamá.
‘‘Madre, te regalo una flor’’ 🌺
Una de las cosas que más admiro de mi mamá es que pinta muy hermoso. Casi todos los cuadros que están en su casa son hechos por ella. Le gusta mucho pintar paisajes, flores y bodegones. Una vez me preguntó si yo planificaba mis dibujos abstractos. Entendí que estaba tratando de comprender mi proceso, porque obviamente el suyo es distinto. Ella pinta lo que ve, o lo que alguna vez vio y le gustó. Entonces, hoy quiero regalarle (y a ti también, que me lees) la abstracción de las flores, para así encontrarnos en el medio. Y nadie mejor que Georgia O’keeffe para esto.
Espero que ambos lo disfruten.
Gracias por quedarte y leer esta cartita a mi mamá.
Nos vemos el lunes 💛
Me rompí en "Irse implica perder el amor que se puede tocar."
"Irse implica perder el amor que se puede tocar", beautiful, Thanks!